¿Te suena ese momento en que ya no sabes cómo calmar a tú hijo/a de ese terrible enfado o rabieta que tiene?
Cuando los niños se sienten, molestos, decepcionados o frustrados quieren que todo el mundo se entere, ser “el centro de atención”, esa, es la frase estrella que la gente dice cuando ve que un niño/a está en plena rabieta, sin embargo en ocasiones no caemos en la cuenta de que hay un porqué.
Los más pequeños, la mayoría de las veces lo que quieren es comunicar algo y no saben cómo, es en ese momento cuando más necesitan de sus figuras de referencia, papá, mamá, los abuelos…para que los escuchen y sepan reconfortarlos ante tales enfados. Es lógico que los más mayores ante estas circunstancias no actuemos de una manera adecuada, y reaccionemos de formas distintas cuando se enfada un niño o niña. Educar, no viene con un manual cuando los niños nacen, es una tarea complicada pero no imposible…
La realidad de todo es que tanto mayores como niños deben saber canalizar la rabia sin violencia. La rabia se convierte en un problema tanto dentro como fuera de casa cuando: es demasiado frecuente, es intensa, provoca agresiones, dura demasiado, camufla otros sentimientos, perjudica a otros o se escapa a nuestro control.
Cómo evitarlas, podría darnos una clave para no llegar a esas terribles crisis, no hay una varita mágica que haga que no sucedan pero lo que sí podemos hacer es prevenirlas. La prevención es una estrategia a la que todos podemos llegar siempre que reunamos las herramientas para gestionar esas rabietas. Algunos consejos que podrían llevarnos a prevenirlas serían:
- Controlar los horarios de alimentación, sueño e higiene de nuestros hijos, de esta manera al estar planificado no habrá riesgo de rabieta.
- El sueño, permitir que descanse lo que necesite.
- No abusar ni ceder con la palabra “NO”, a veces queremos imponernos tanto ante conductas que no consideramos adecuadas, que perdemos la capacidad de ofrecer alternativas; estableciendo límites claros y razonables, podremos llegar a un buen acuerdo. No se trata de ceder a lo que el niño demande, ya que no debemos ceder a las rabietas pero si ofrecer ayuda en lo que el parece estar demandando en esos momentos.
- Ayudarle a entender la frustración. Enseñándole técnicas, escuchando en que momento necesita de la ayuda de sus padres. Si el pequeño explota en medio de una rabieta, debemos ayudarle a calmar el sentimiento de enfado, por medio de nuestra palabra o desviando la atención a cosas que le gusten, como sus juguetes preferidos, un libro, una canción que lo calme o un abrazo que lo relaje.
Estas han sido algunas pautas para evitar estos conflictos con los más pequeños de la casa, pero cómo tal, no serán suficientes si no buscamos herramientas concretas, establecidas con la ayuda de los diferentes profesionales.